A ella le ha sido confiada la tarea de traducir el amor en vida y llenar la vida de amor.
A ella le ha sido entregada la capacidad de paz y de sosiego, regazo amplio y cálido donde los hijos encuentran refugio.
El corazón de una familia es el corazón de la madre, pues ella es el punto donde confluyen todos los dolores y todas las alegrías de los miembros de la familia.
En nombre de la humanidad, no renuncien a esta misión sagrada de ser mujer, de ser sagrarios de vida en las entrañas y en el corazón.
Jesús dijo al pie de la Cruz, antes de partir al Padre: “Madre, ahí tienes a tu Hijo. Hijo, ahí tienes a tu madre”, con estas palabras, nos la entrega como nuestra Madre para siempre.
Por eso, rogamos que María, la Madre de todos, colme de felicidad, fortaleza y bondad a las mamás de cada rincón de nuestra Diócesis.
Pbro. Julio Quiroga del Pino
Vicario General de la Diócesis