Al contrario, "Schelling y Hegel, Schopenhauer, Nietzsche y Heidegger, promueven algunas de las más importantes formulaciones de esta concepción, que ha sido predominante en la estética filosófica de la época moderna".
Según Ibarlucía, esa teoría "deduce su definición del arte de una metafísica general, de una teoría del ser, que le proporciona su fundamento". Es decir, el arte como una teoría vicaria de la trascendencia, o como una vía privilegiada a un conocimiento "superior".
"En términos generales, esa teoría sostiene que el Arte, concebido así, con mayúsculas, representaría una Idea, una esencia, una entidad trascendente, una forma de conocimiento ´extático´, superior a las prácticas cognitivas prosaicas".
En consecuencia, "el arte tendría una función de ´revelación ontológica´. Estaría destinado a manifestar lo absoluto, a desocultar la verdad última de todo lo que es. Y en ese sentido, la teoría especulativa ha promovido una resacralización del arte en la era del desencantamiento del mundo", dice.
Jean-Marie Schaeffer es director de estudios de la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales (EHESS), investigador del Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS), miembro del Centre de REcherches sur les Arts et le Langage y autor de un libro clave: "El fin de la excepción humana", editado por el Fondo de Cultura Económica.
Con una producción teórica que abarca la historia desde la filosofía del arte y el análisis de las conductas estéticas hasta la teoría literaria y el examen de nociones como las de ficción, género e imagen, entre otras, su obra es una de las más amplias y productivas de la estética contemporánea.
"Sin lugar a dudas contribuyó a la renovación (de la estética francesa) de las últimas dos décadas, abriendo una brecha entre las filosofías oraculares del posmodernismo y la doxa autolegitimadora que hegemoniza el discurso de los críticos y curadores del arte", desliza Ibarlucía.
"Frente a la práctica instituida del comentario de textos canónicos, Schaeffer promueve un tipo de trabajo analítico", dice y lo cita: "Lo que importa no es tanto encontrar una determinación con la ayuda de condiciones suficientes y necesarias que permitan constituir las obras de arte en una clase ontológica aparte".
"Podríamos plantear así como hipótesis que las ´obras de arte´ constituyen una de las cristalizaciones funcionales de una clase más amplia de entidades y de acontecimientos que reenvían a una constante transcultural y transhistórica (…) Entendemos por esto toda producción de señales que sostiene lo contrario del principio económico que regula en general las actividades vitales", argumenta Schaeffer.
Esto es, todo lo contrario al sublime arrobo de la divinidad caída tanto como a la eficacia del resultado, sino más bien a una producción suntuaria que singulariza lenguajes culturales diversos, pero no excepcionales. Lo que podría haber sostenido Ludwig Wittgenstein.
Ibarlucía completa: (Schaeffer) retoma, por una parte, las teorías del arte de Gerard Genette, y por otra, el legado de las ´epistemologías naturalizadas´ de cuño anglosajón para el estudio de los procesos cognitivos".
"Bajo una perspectiva que articula ´el tema kantiano del placer estético´ con el ´tema goodmaniano del conocimiento´, el hombre se ha propuesto desarrollar una ´estética sin mitologías´, centrada en el estudio de la relación singular del sujeto con ciertos objetos y de ciertos objetos con el sujeto, que eso es una relación estética", concluye el investigador.
Fuente: Télam
