Los fallecidos fueron velados simultáneamente en las dos casas fúnebres de Bariloche y más tarde, bajo una lluvia torrencial, se realizaron cinco de los siete sepelios, en el Cementerio Municipal y en el privado Valle del Descanso.
El primer cortejo que estremeció las calles de Bariloche fue el de Cantero, al que le siguieron los de Loray, Selpa y Diego y Agustín Llobet.