A partir de este pensamiento, el Papa propone tres pasajes bíblicos para meditar acerca de esta renovación:
1. «Si un miembro sufre, todos sufren con él». “Pedro no quería que Jesús le lavase los pies, pero después entendió que Jesús no quería ser sólo un ejemplo de cómo debemos lavarnos los pies unos a otros. Este servicio sólo lo puede hacer quien antes se dejó lavar los pies por Cristo. Sólo éstos tienen ´parte´ con Él y así pueden servir al hombre”, indica el Papa.
2. «¿Dónde está tu hermano?». En este segundo punto, el Santo Padre señala la vida de las parroquias y comunidades y se interroga: “En estas realidades eclesiales, ¿se tiene la experiencia de que formamos parte de un solo cuerpo? ¿Un cuerpo que recibe y comparte lo que Dios quiere donar? ¿Un cuerpo que conoce a sus miembros más débiles, pobres y pequeños, y se hace cargo de ellos?”. Y el Papa invita a “ver en nuestro prójimo al hermano y a la hermana por quienes Cristo murió y resucitó”, sin olvidar que “lo que estos hermanos poseen es un don para la Iglesia y para toda la humanidad”.
3. «Fortalezcan sus corazones». Es la frase que propone en el tercer punto y es también el título del mensaje pontificio. Recuerda que “estamos saturados de noticias e imágenes tremendas que nos narran el sufrimiento humano y, al mismo tiempo, sentimos toda nuestra incapacidad para intervenir”. Francisco se pregunta: "¿Qué podemos hacer para no dejarnos absorber por esta espiral de horror y de impotencia? Podemos orar en la comunión de la Iglesia terrenal y celestial. En segundo lugar, podemos ayudar con gestos de caridad gracias a los numerosos organismos de caridad de la Iglesia. La Cuaresma es un tiempo propicio para mostrar interés por el otro, con un signo concreto, aunque sea pequeño. El sufrimiento del otro constituye un llamado a la conversión”.