En su homilía, Mons. Urbanc explicó que el Año de la Fe comenzó el 11 de octubre de 2012, “como un homenaje al comienzo del Concilio Vaticano II, que ha significado una fuerte efusión del Espíritu Santo para la Iglesia del siglo XX y su misión en el mundo contemporáneo”.
Asimismo, consideró: “El que culmine el Año de la Fe en este día no significa que se terminó la atención que debemos darle a nuestra fe y que nos debemos ocupar de otra cosa, todo lo contrario, nuestro empeño en profundizar la fe continúa y con más fuerza a fin de que sea notoria la realeza de Cristo en nosotros, los creyentes, y que por medio nuestro llegue el anuncio a los que aún no conocen a Dios, revelado por Jesucristo, su Unigénito Hijo y eterno”.
Mejorar nuestro compromiso con el mundo
En otro tramo, dijo que “como creyentes debemos mejorar nuestro compromiso de amor con el mundo circundante. La presencia pública de la Iglesia debe manifestarse por medio de la caridad, porque si no ‘la fe sin obras está muerta’ y no sirve para nada, sería mera credulidad”, enfatizó, agregando que “por tanto, esta clausura del Año de la Fe no es una simple vuelta de página que da por terminada una actividad, sino el lanzamiento de la puesta en práctica de la rica experiencia vivida que debe prolongarse en forma permanente. La ‘Puerta de la Fe’ sigue abierta, porque supone continuar el camino que comenzó en el bautismo y que dura toda la vida”.
Durante la celebración eucarística, diez militantes de la Acción Católica, pertenecientes a las parroquias San José Obrero, San Roque y Sagrado Corazón de Jesús, expresaron públicamente su compromiso de participar activamente en la acción evangelizadora de la institución laical, recibiendo un distintivo.
Al finalizar la ceremonia religiosa, niños de la comunidad María Reina de la Paz, en el barrio Achachay, jurisdicción de la parroquia Sagrada Familia, brindaron una representación que remitió a los fundamentos de nuestra fe: los apóstoles. Con ropas y elementos que identificaban a los doce hombres que acompañaron a Jesús en los primeros tiempos de la difusión de la fe cristiana, leyeron una reseña ilustrando a los presentes sobre la vida de cada uno de ellos.
Como corolario de la celebración, se encendieron velas y se concretó el envío de los nuevos miembros de la Acción Católica, a los pies de su Patrono Cristo Rey y su Madre en la advocación del Valle.