Catamarca
Viernes 26 de Abril de 2024
Buscar:

Teatro de Operaciones tiene una pretensión política corrosiva

En Teatro de operaciones, su tercera novela, la socióloga y directora del Museo del Libro y de la Lengua, María Pía López, anuda sus preocupaciones teóricas sobre el estado potencial, interrogativo, de la lengua literaria argentina, con una trama donde las conspiraciones y conjuras más o menos secretas materializan un escenario de irreverencias que con suerte saldrá adelante más por error que por cálculo.
El libro, publicado por las ediciones Paradiso, lleva una contratapa de la también escritora María Moreno y se abre con dos citas, de José María Ramos Mejía y de David Viñas.

López está doctorada en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Publicó, entre otros libros, Hacia la vida intensa. Una historia de la sensibilidad vitalista, No tengo tiempo y Habla Clara.

Este es el diálogo que sostuvo con Télam.

T : ¿Qué lugar empieza a ocupar la literatura en tu producción? ¿Subordinado o articulado a tus intereses teóricos y políticos?
L : La literatura siempre fue para mí fundamental. Es cierto que mi carrera de grado es la sociología y que recién en los últimos años comencé a escribir ficción. Eso me permitió dos experiencias fundamentales: un tipo de reflexión e interrogación sobre la lengua, que se da en el plano de la experimentación con sus potencias y sus límites -el carácter poético de la literatura, el ser no sólo un modo de narrar historias sino una elaboración en el plano mismo del significante genera algo muy distinto a todos los otros géneros, en mi caso, el que más había transitado: el ensayo-, y la otra, también fundamental, que es la libertad que propone la ficción. Cuando una escribe ensayo es una autora, con una firma pública, en el plano de la ficción hay narradores, protagonistas, personajes, y no importa si piensan lo que una piensa, importa que sean convincentes, interesantes. En este sentido, son muy distintos mis intereses teóricos y políticos y la experiencia de escribir literatura ficcional. No se sustituyen ni desplazan ni en una estaría la verdad secreta de la otra.

T : Si cualquier texto es político (digámoslo así), ¿dónde está la política en Teatro... si exceptuamos al título?
L : Teatro de operaciones es una novela en la que lo político aparece en distintos planos. Uno, en el plano de la narración, porque la conjura o la conspiración es un tópico de la política, los grupos que se organizan, se arman, en pos de la disputa por un cierto valor o idea o posición. En este caso, disputan respecto de las tradiciones culturales y literarias argentinas. Ese es el segundo plano político de la novela: la pregunta por la politicidad de las tradiciones y las obras. Sólo que planteada de modo jocoso, paródico. Y finalmente, si Teatro… se puede pensar como una novela política es por su pretensión corrosiva, tomarse paródicamente, pero desde una parodia amorosa con su objeto, muchos debates que nos interesan muy seriamente.

T : ¿Por qué pensás -si es que lo pensás- que en la actualidad alguien como vos, que también ejerce un lugar de funcionaria, la tiene más fácil para jugar con algunos personajes de la historia argentina, incluso cercanos?
L : No pienso que la gestión pública, participar de la misma, haga las cosas más fáciles en ningún sentido, más bien nos coloca a todos en un plano de responsabilidad fuerte. Sí es claro que este período político abrió en la Argentina una serie de discusiones respecto de la historia, las narraciones del pasado y las interpretaciones que en ellas se juegan. Tiendo más a ver en ese campo de tensiones un momento especialmente productivo. Para poner un ejemplo: novelas como Los topos, de Félix Bruzzone o Una muchacha muy bella de Julián López, que se alejan definitivamente del registro denuncialista-testimonial para narrar los 70 -la primera apostando a la parodia, la segunda al lirismo poético-, existen en el contexto de los juicios reabiertos al terrorismo de Estado. Se puede escribir más libremente -y esto es: extremar las lógicas de internas de un género, de un debate- en un contexto donde hay un piso de consensos establecidos y donde al mismo tiempo se reconoce el carácter controversial de todo discurso e interpretación. Y eso nos plantea menos facilidades que exigencias: ¿qué tipo de justicia buscamos en nuestros textos?

T : En ese sentido, ¿no corre la ficción el albur de la mercantilización de los saberes?
L : ¿Cómo separar la ficción del mercado? ¿Por qué podrían o deberían estar separadas? Grandes obras -Los siete locos, de Roberto Arlt o Rayuela, de Julio Cortázar- fueron gigantescos éxitos de mercado; otras no menos interesantes -Fervor de Buenos Aires, de Jorge Luis Borges, El amor brujo, de Arlt- tuvieron una módica venta. Es un tema que inquieta por razones obvias a escritores, críticos y lectores, y ahora tiene algunos rasgos particulares: la concentración del mercado editorial en algunas empresas trasnacionales conlleva el riesgo de afectar estilos de escritura, en el sentido de adecuarlos al gusto del consumidor masivo. El 90 por ciento de las ventas de libros están vinculados a esa zona del mundo editorial, el resto es de las editoriales que a veces se llaman -con un nombre que no está bien, pero aproxima y se suele entender- independientes, y que hacen un trabajo de edición y puesta en circulación de otras poéticas, de libros más experimentales, de autores no consagrados. Los libros de ensayo y de ficción que publiqué salieron en ese campo de las tiradas pequeñas, en editoriales que no gozaron la privilegiada amistad de los suplementos culturales (Colihue, Eudeba, Paradiso), así que lejos estoy de temer la mercantilización de aquello que escribo, más bien lo contrario.

T : Teatro… tiene un tono de escritura muy distinto a las novelas anteriores, ¿hay una voluntad de experimentación diferente en cada una?
L : Por un lado sí, mi condición de recién llegada a la ficción -aunque ya son tres novelas- me sitúa en una especie de descubrimiento constante: ¿seré capaz de escribir de otro modo que el que ya probé? Por otro, los distintos temas narrativos exigen un tono de escritura, en este caso la parodia era necesaria, como en No tengo tiempo sólo se me ocurría tratar la cuestión del tiempo desde un tono de escritura que se volvía un jadeo, se aceleraba hasta la locura. En Habla Clara mi preocupación era que la narración del crimen fuera visible y oculta a la vez por los modos de narrarlo, por los modos en que las personas hablan de los hechos que ocurren.

T : Con el tiempo, ¿somos todos susceptibles de convertirnos en personajes un poco disparatados, algo así como una vuelta sobre aquello de primero como tragedia, luego como farsa?
L : Uno de los hechos culturales más interesantes de los últimos años fue la aparición de Capusotto en la televisión pública. Su fuerza radica en un tipo de interpretación de todos los compromisos y entusiasmos que creo de una gran lucidez: siempre es posible reconocer aquello que nos atraviesa y al mismo tiempo percibir los aspectos ridículos, precarios, que despiertan humor de eso. No dividiría el pensar las situaciones o las biografías con la clásica expresión primero como tragedia luego como farsa, porque aun arrojados a la historia, a la práctica política, a la creación de obras, a las profesiones, podemos advertir nuestra propia comicidad. Ahí pensaría el tono general de Teatro…, la idea de considerar paródica y amorosamente a la vez un conjunto de experiencias, grupos, que tienen mucho de voluntarismo, de patrulla perdida, pero centrales en la existencia de una vida cultural y política muy polifónica en Buenos Aires. Es el mundo de las revistas, los grupos de teatro, los centros culturales, los artistas plásticos que se nuclean en relación al arte callejero, gente que piensa que su enorme voluntad y su insistencia le agregan algo al mundo, algo necesario. Tengo con ese mundo una relación de entusiasta participación, pero a la vez no puedo dejar de percibir la comicidad intrínseca de muchos de nuestros esfuerzos.

Fuente: Télam

(Se ha leido 309 veces.)

Se permite la reproducción de esta noticia, citando la fuente http://www.diarioc.com.ar

Compartir en Facebook

Sitemap | Cartas al Director | Turismo Catamarca | Contacto | Tel. (03833) 15 697034 | www.diarioc.com.ar 2002-2024