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Viernes 26 de Abril de 2024
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ROSARIO DE LA FRONTERA

Un chico de 13 años volvió de una fiesta y tomó la peor decisión

El adolescente había sido castigado por sus padres, pero nada hacía prever que se suicidaría. Es el sexto caso similar ocurrido desde abril en la localidad salteña. En la zona los vecinos quedaron conmocionados.
(DIARIOC, 14/12/2010) Le gustaba nadar y correr por el campo. Sentía en los lugares abiertos una libertad particular, donde podía ser él mismo, sin los estándares que la sociedad le imponía, según explicaron sus propios padres, aún conmovidos por la tragedia. Como contrapartida, odiaba la escuela. Esos libros se le hacían tan pesados como una piedra y las tareas escolares le parecían tan tediosas. Era, en resumen, como la mayoría de los adolescentes a los 13 años. Pero algo pasó por la cabeza de Facundo Peñaloza el sábado a la noche, cuando tomó una drástica decisión: se quitó la vida. Y dejó a su familia sumida en el desconsuelo.

En el modesto barrio de los Inmigrantes, ubicado en el sur de Rosario de la Frontera, René Vicente Peñaloza y Karina Méndez, la pregunta que más resuena es por qué Facundo los abandonó. El sábado, el adolescente había estado en una fiesta y su padre lo pasó a buscar a las 22.30, máximo horario permitido. Estaba castigado por las malas calificaciones que había obtenido en la escuela. Cerca de la medianoche, cuando su hermana lo buscaba para convidarle un pedazo de un sándwich, lo encontraron muerto a un costado de la vivienda.

La trágica historia de Facundo adquiere una dimensión mayor, por tratarse de un joven alumno de una escuela de Rosario de la Frontera. En esa ciudad del sur salteño, una ola de suicidios se desató a mediados de año, en medio de la cual cinco adolescentes tomaran la misma terrible determinación.

Ayer, en la plaza central de la ciudad, cinco adolescentes conversan animadamente a la siesta. Afirman que, si bien no conocían a los chicos que se quitaron la vida, cuando las marchas proliferaban por las calles rosarinas y un grupo de psicólogos se hizo presente en las escuelas, sintieron miedo. "No porque yo vaya a tomar una decisión así. Lejos estaba de pensar eso. Pero tenía miedo que algún amigo mío haga algo así", dijo Ricardo Rivero, de 15 años.

Durante la primera semana de junio, tres adolescentes se suicidaron. Eso despertó las sospechas de la Justicia, quien empezó una investigación, y ató a estos casos otros hechos que se habían producido en abril. A raíz de la investigación judicial, Rodrigo Acosta, de 18 años fue detenido, acusado de haber instigado alguno de los suicidios. Luego, el juez Sebastián Fucho dispuso que Acosta reciba tratamiento psicológico, y quedó en libertad al no comprobarse que haya estado directamente involucrado en estos sucesos.

Rosario de la Frontera comenzó a recibir por esos días la visita de numerosos periodistas de medios nacionales que se hicieron eco de la noticia que difundió LA GACETA. La incertidumbre reinó por entonces, y el escepticismo produjo un hermetismo en las autoridades, que se volvieron celosas de brindar cualquier tipo de información oficial. A fines de junio, otro chico tomó la misma determinación.

Bajo presión
Un comité de especialistas enviado por el gobierno provincial se instaló en Rosario de la Frontera. Allí, adolescentes, padres y maestros asistieron a numerosas charlas y sesiones para discutir el tema. Incluso, los profesores asistieron a un curso especial dictado por teleconferencia por una asociación porteña especialista en suicidios. El gobernador salteño, Juan Manuel Urtubey, visitó junto a su gabinete la ciudad.

El paso del tiempo apagó de a poco la desesperación de los rosarinos. "No podía creer lo que pasaba. Fue una señal de alerta muy fuerte para todos nosotros. Ahora veo crecer a mis hijos, pensando que cuando sean adolescentes deberé hablar siempre con ellos, y saber lo que les pasa", dijo en la plaza Clara Aramayo, mientras juega con sus hijos de tres años de y seis meses. Y sus palabras parecen la conclusión de un proceso que caló hondo en los rosarinos, y que el tiempo dirá si pudieron superar.

Tal vez la historia de Facundo aparezca en las planillas oficiales como un hecho aislado, que ninguna relación guarda con los casos anteriores. La madre del menor, incluso, contó que habían charlado esos temas en casa. "El me decía que era una locura lo que pasaba. No estaba en esas cosas y crecía como un chico normal. No sé qué pensó esta vez", dijo Méndez. Mientras tanto, la habitación del adolescente permanecerá cerrada durante nueve noches. Pero el dolor persistirá por siempre.

Fuente: lagaceta.com.ar

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