Catamarca
Viernes 26 de Abril de 2024
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Un libro que ayuda a comprender los alcances del arte, cada vez más heterogéneo e inclusivo

Inabordable durante siglos para el público masivo por sus exigencias para "acceder" a la significación de una obra, el arte ha reformulado su sentido y atrapa hoy a audiencias cada vez más amplias con una oferta de performances, instalaciones y arte callejero que apunta al cruce de disciplinas y plantea una interpelación sobre la función de la producción artística, según analiza la periodista Mercedes Ezquiaga en su libro Todo lo que necesitás saber sobre arte argentino.
La ambigüedad, la ausencia de vectores precisos para leer móviles y atributos posibles, desdibuja como nunca el mapa del arte: los artistas ya no se subordinan a un soporte único mientras van migrando por distintos canales de expresión -como la moda, el cine o la literatura- a la vez que la construcción del sentido ya no es potestad de curadores o galeristas.

Así, en la era en que mandan las pantallas y la visualidad, el lenguaje palidece frente al estallido de la sinestesia -la unión de sensaciones surgida de estímulos superpuestos- y los museos y espacios consagrados a la exhibición oscilan entre enseñar a mirar o convertirse en un pasatiempo para las multitudes, no muy distinto de un ciclo televisivo.

En Todo lo que necesitás saber sobre arte argentino, Ezquiaga da cuenta de todas esas transformaciones mientras recorre los hitos de la última década del arte nacional, como la recuperación y exhibición del mural de David Siqueiros, "Ejercicio plástico" y la obtención de un pabellón propio para la Argentina en la Bienal de Venecia, así como la irrupción de talleres colectivos de artistas y la interacción del arte con otras disciplinas como la tecnología y la moda.

El libro incluye capí­tulos dedicados a nuevas tendencias -como la del "site-specific"- y a capturar la efervescencia artí­stica de algunas provincias o ciudades, como Rosario -un polo cultural que brilla con luz propia-, Tucumán -un arte diverso, de muchos lenguajes, que encierra una cuestión emotiva- o San Juan, con una fuerte vida cultural que gira alrededor del Museo de Bellas Artes Franklin Rawson.

La guía que oficia como articuladora de la colección -el algo presuntuoso Todo lo que necesitás saber sobre arte..." - puede confundir sobre los alcances del texto, que si bien está orientado al público neófito puede funcionar, en el caso de lectores avezados, como una brújula que organiza las tensiones disparadas por las nuevas demandas en el rol del curador, la cuestión de la desmaterialización de la obra que ha modificado los criterios de conservación y la homogeneización de la agenda temática del arte a escala global.

"El tiempo demostrará qué es lo que permanece. Creo que no hay certezas inamovibles en el arte de hoy", sostiene Ezquiaga, periodista especializada en arte que ha colaborado con distintas publicaciones como Anfibia, Revista Ñ y Télam.
La autora fija como punto de partida la noción de vida líquida del sociólogo polaco Zygmunt Bauman, que plantea un escenario en el que la velocidad aventaja a la duración y en la que todo tiene fecha de caducidad para plantear cómo atraviesa esa idea las producciones actuales y su impacto sobre los criterios curatoriales a la hora de pensar una colección.

"La escena artí­stica es muy dinámica -analiza la periodista a Télam-. El soporte que más se vende en una feria de arte, las exposiciones que programan los museos y las disciplinas que abordan los artistas no necesariamente se repiten de un año a otro. Con esto no me refiero a modas sino a búsquedas estéticas y experimentales que pueden ir moldeándose según cada creador".

"Un año en arteBA explotó el tema del videoarte y se vendieron muchas obras en ese soporte, pero no ocurrió algo similar al año siguiente. La fotografí­a también es una disciplina que comenzó tibiamente, hace años, a disputarse un lugar central en el mundo de las artes y hoy está presente en todos lados, tal vez, por esto de que vivimos rodeados de imágenes en nuestra vida cotidiana", asegura.

Según la autora, la historia del arte tuvo muchí­simos momentos en los que el público se volvió una parte esencial de la obra: "Ya en los 60, Marta Minujin, una de las grandes exponentes del arte participativo, realizó piezas como La Menesunda o el Minuphone donde la obra se completa sinequanon con la presencia del espectador -explica-. En los últimos años, los museos encontraron una manera certera de atraer mayor audiencia con exposiciones que incluyeron obras participativas".

"De hecho, la fusión del arte con la tecnologí­a es uno de los principales ejemplos de obras donde se amplí­a el alcance de lo artí­stico y el espectador debe inmiscuirse en la obra para completar el sentido -detalla-. Son obras que dan la oportunidad al público de volverse protagonista pero además dan cuenta de la fusión de disciplinas y el espí­ritu experimental que estrecha los lazos entre arte y ciencia tal vez como nunca antes".

En esa línea se apuntan piezas como la de Paula Gaetano Adil, ganadora del premio Mamba-Fundación Telefónica con una escultura robótica interactiva recubierta de un látex que simula la piel de una persona y "transpira" cuando alguien la acaricia, o "El libro de arena", del artista y fí­sico Mariano Sardón: una enorme caja transparente, repleta de papeles picados y arena, que proyecta textos de Borges bajados de la web en tiempo real, activados por el movimiento de la mano del espectador.

En Todo lo que necesitás saber sobre arte argentino, editado por Paidós, Ezquiaga documenta también los modos en que el arte ha disuelto las fronteras de su antiguo "elitismo" y se propaga a través de nuevos espacios y públicos, atraídos por la promesa de una interacción amigable que deja atrás las dificultades de comprensión.

"En su visita al paí­s, en 2013, el crí­tico inglés Will Gompertz, autor de ¿Qué estás mirando?, decí­a que en los museos hay una pulseada entre los curadores, que suelen sugerir tí­tulos demasiado académicos, y los responsables de marketing preocupados por atraer y comunicar ideas a un público muchas veces no experto. Ese, creo, es uno de los grandes temas hoy", precisa la autora.

¿En qué medida parte de esta tarea recae en el espectador? Ezquiaga sostiene en su obra que lejos de ser pensado como un receptor pasivo, el público asume hoy un rol activo a través de las redes sociales y los dispositivos que le permiten interactuar como "promotores desinteresados de cualquier exposición".

"La cuestión del espectador como una figura que está lejos de ser pensada como un receptor pasivo es una idea planteada con cierta insistencia por varios expertos -indica-. Para Américo Castilla, que ha estudiado el tema de la cultura participativa, en las exposiciones de arte del pasado el foco estaba puesto en la presentación de los objetos y casi no se tení­a en cuenta la recepción, mientras que hoy ya nadie piensa que los objetos 'hablan por sí­ solos' y la experiencia del público resulta fundamental".

"Por otra parte, las redes sociales se han vuelto socias insospechadas de las exposiciones. Los espectadores postean en sus cuentas fotos de obras y selfies que capturan el interés de nuevas audiencias. En el pasado, la única manera que tení­a un museo de saber la opinión del público era el libro de visitas. Hoy en dí­a, los canales de comunicación se han multiplicado de tal manera que es posible conocer los gustos o intereses de los visitantes y continuar con la difusión de conocimiento".

Fuente: Télam

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