Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, un convoy de submarinos alemanes zarpó de Noruega bajo el consentimiento tácito del almirantazgo británico. Esta operación secreta, concebida para que Hitler -cuyo cadáver nunca fue encontrado- y sus allegados huyeran, terminó en una fuga sangrienta que tuvo como saldo cinco buques hundidos y más de 400 muertos.
En el trayecto hacia la Argentina, uno de los submarinos hundió una corbeta en aguas norteamericanas. Otra de las naves fugitivas se topó con el crucero brasileño Bahía y lo hundió, dejando 336 muertos y constituyéndose en la mayor tragedia naval de Brasil. Contra toda evidencia, ambos hundimientos fueron declarados "accidentes".
La investigación de Salinas y De Nápoli, recién editada por el sello Norma, determinó que uno de los submarinos se entregó al llegar a las costas de Mar del Plata, en tanto que al menos otras dos naves continuaron hacia el sur y desembarcaron. Un mes más tarde se entregó otro submarino.( Télam)