Catamarca
Viernes 26 de Abril de 2024
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Un viaje iniciático marca para siempre la literatura de Mansilla

Mora Cordeu

En "Diario de viaje a Oriente (1850-1851) y otras crónicas del viaje oriental", María Rosa Lojo y un grupo de colaboradores presentan dos manuscritos ológrafos de Lucio V Mansilla, "que dan cuenta del extraordinario periplo realizado por su autor a la edad de dieciocho años", resume la directora de esta investigación.
Un viaje que duró poco menos de un año y medio por la India, Egipto y Europa (no hay registro europeo porque los apuntes se perdieron) en un extenso recorrido sobre el cual Mansilla informa de manera muy escueta en el diario, y luego ya en Buenos Aires, da cuenta de sus impresiones en causeries (artículos breves).

El texto publicado por Corregidor, y que inicia en esta editorial la colección "Ediciones Académicas de Literatura Argentina de los siglos XIX y XX", incluye el diario apaisado de 250 páginas, otro posterior -un intento por pasarlo en limpio- de 90 páginas. Y dos causeries escritos por Mansilla después del viaje: "De Adén a Suez" (1855) y "Recuerdos de Egipto" (1864).

Además, el libro cuenta con fotografías familiares (cedidas por Manuel García-Mansilla), mapas donde se observa el trayecto realizado y una medulosa introducción de Lojo sobre el proceso de elaboración del texto, lo que este viaje significó para Mansilla en su producción literaria posterior y en la reformulación de su identidad como integrante de un país periférico.

"Un tataranieto de Mansilla, Luis Bollaert, después de la muerte de su madre encontró en el desván el diario que se creía perdido y me lo trajo para ver si se podía publicar. Se trata de un cuaderno de apuntes, desprolijo, que dio mucho trabajo descifrar y el intento de una transcripción en limpio que no llega a Calcuta", cuenta Lojo en una entrevista con Télam.

"Los mapas dan una idea del viaje, que hizo con medios precarios. Va por mar en una barca, y después por tierra en carruaje, con caballos arabes -dice-. El itinerario de Aden a Suez, tiene mucho atractivo para Mansilla que encuentra al desierto comparable a la pampa".

Especialista en la obra del autor de "Una expedición a los indios ranqueles", Lojo publicó primero un capítulo sobre Mensilla en "La `barbarie` en la narrativa argentina en el siglo XIX y XX", y después en su novela "La pasión de los nómadas".

Este trabajo que forma parte de un proyecto de investigación más amplio, emprendido por un equipo -conformado por Mariana Guidotti, María Laura Pérez Gras y Victoria Cohen Imach- demandó "muchas horas para poner los dos diarios en condiciones de ser editados. Y la ayuda externa de la lingista Elizabeth Rigatuso".

"Abordamos también lo que es el aparato teórico del relato de viaje, pero el interés fundamental fue tomar este documento como una verdadera anticipación de líneas que se van a desarrollar en la obra de Mansilla en su madurez", sintetiza Lojo.

"Fue un viaje iniciático en todos los sentidos del término", analiza la investigadora: cuando sale de Buenos Aires es un niño mimado y pertenece a una clase social privilegiada, pero cuando llega a la India se da cuenta que él también es un periférico. Viaja con 20.000 libras esterlinas, vive como un señorito pero es mirado como alguien que viene del fin del mundo".

"Es algo así como un bárbaro en Calcuta -define-. No pertenece a las colectividades de las potencias dominantes de la época. En ciertos aspectos está en una situación de par aunque los ingleses se asombran cuando habla en francés. `Tienen de nosotros la más pobre idea, creen que somos todos salvajes`", refiere en el diario.

Esta experiencia de ser mirado como el otro, como el bárbaro, le va a permitir ver de otra manera a los indios ranqueles cuando le toque hacer una expedición como representante del gobierno.

"Creo que ya viejo sabe que ha quedado en deuda con la historia con esos pueblos (por los ranqueles) y yo lo retomo en la novela `la pasion de los nómadas`. Mansilla vuelve de Europa cuando es mayor, porque hay parte de su destino y de sus posibilidades que han sido dejadas de lado, han sido traicionadas", agrega.

"El nunca se olvidó de ese cruce de fronteras donde descubrió o confirmó sus sospechas de que los otros no eran tan otros, eran próximos", analiza.

Su mayor ambición, manifiesta la investigadora, "pasaba por la política no por la literatura, que para él era un entretenimiento. Nunca ocupó un lugar central en la política y esto tiene que ver con la marginalidad de su familia (después de la caída de Rosas), pero también con su propio personaje. Nunca se portó de la manera correcta para conseguir lo que aspiraba".

A pesar de no tener experiencia, reitera Lojo, "el viaje fue fundamental por el impacto que le causó".

"El gran aporte de estos trabajos de tipo genético es encontrar las raíces de un escritor, es un privilegio haber podido hallar esta obra que está en el umbral, en el mismo comienzo de la escritura que Mansilla va a desarrollar después", subraya.

¿Cómo hubiera sido la experiencia de los ranqueles sin este viaje? "Creo que Mansilla se autoconstruye como un ser de frontera, oscilando entre mundos y extremos. Un ser para el que todo era relativo, no hay absolutos inamovibles".

La gran experiencia que recoge y que le da un plus frente a los escritores de la época es haber viajado tan despojado de presupuestos. Cuando se va es un adolescente curioso, todo lo asombra, todo lo que ve lo deja perplejo y le permite luego reflexionar sobre sí mismo y sobre su propia cultura.

Fuente: Télam

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