"Siempre es el revés de algo, fue encontrarle la vuelta a ese crack económico que todos sufrimos y del que el mundo editorial no estuvo exento. Junto a Ruth Kaufman quisimos desarrollar nuestra obra por andariveles no tan convencionales como los habituales", cuenta el artista gráfico Diego Bianchi (Bianki) a Télam.
"Habíamos publicado en sellos grandes cuyo contexto no albergaba otro tipo de propuestas; por eso la decisión de fundar un nuevo sello. Y salimos con cinco títulos y la premisa de generar un vínculo más lúdico con el lector", recuerda el editor.
"Siempre procuramos cuidar todos los aspectos que participan en la confección de un libro: desde lo literario, las ilustraciones, el diseño, la encuadernación y las puestas en máquina de las imprentas. El nombre ´pequeño editor´ es un homenaje a los artesanos que cuidan hasta el más mínimo detalle", describe.
En este tiempo, considera, "además de la experimentación con las imágenes, la palabra y el diseño, que no ha cesado, como editores hemos aprendido a tomar en cuenta el contexto al cual nos dirigimos".
"Los artistas experimentamos pero nos interesa el público que sostiene las ventas. Hubo que encontrar un equilibrio entre el mercado y las expectativas en lo cultural".
Los primeros títulos fueron de poesía contemporánea en formato de libro álbum y unos libros-objeto que forman hoy la colección fuelle, integrada por obras de Liniers, Inés Trigub, Pablo Cabrera, Gusti y Elenio Pico, entre otros.
Se abren como una caja de fósforos y se despliegan como un bandoneón. La idea es "salir de las zonas esterotipadas de los libros para chicos para ubicarse en otras, de libertad y búsqueda estética".
En 2004 la Secretaría de Educación Pública de México publicó 100 mil ejempares del libro "Gritar los goles", de Ruth Kaufman y Pablo Sapia.
Otros títulos ("Canción decidida" de David Wapner y Cristian Turdera y "Tump Tump" de Elenio Pico), fueron publicados por el Ministerio de Educación para donar a las escuelas.
Y la Asociación de Literatura infantil-juvenil de Argentina (ALIJA), premió a los libros: "Toto y rey" de Gusti y "Humor idiota" de Max Cachimba.
El objetivo de dar a conocer escritores e ilustradores argentinos en distintos países trajo aparejada la venta de derechos a editoriales de Canadá, Alemania, México, España, Francia, Bélgica, Corea, Líbano, Hungría y Brasil.
La Feria de Bolonia, la más importante del género, fue una plataforma a nivel internacional: "Fuimos desde 2005 y en 2008 Argentina fue invitada de honor y nuestra presencia se reforzó".
"Este año, a partir de un subsidio, hicimos una presentación colectiva en la Feria del Libro en Buenos Aires y en la feria infantil, que nos dio una gran visibilidad", ponderó.
En las jornadas profesionales, paralelas a la Feria, vendieron libros en países como Corea o Hungría.
"Jamas nos imaginamos que pudieran llegar a esos confines. Nos enorgullece y nos maravilla. Ver hoy un título nuestro en coreano o en húngaro es raro, ya lo era en francés o en alemán, pero Europa Oriental o Asia..., no estamos habituados a esos contactos".
La editorial está pensada también como un espacio de gestión cultural, con una serie de acciones que facilitan el encuentro entre los libros, sus autores y el público. Por ejemplo una vez no hicieron la clásica presentación y organizaron una performance en el Centro Cultural Recoleta.
"La propuesta fue acercarle al público en vivo la experiencia hecha por artistas, poetas, narradores y músicos. Hicimos un rompecabezas enorme pintado una tarde por 25 artistas invitados y donde estaban jugando los niños y los libros en una interacción permanente. Al finalizar se desarmó el rompecabezas y la gente que transitaba comenzó a jugar con los cubos para rehacerlo de nuevo".
Descreído de la importancia de las franjas etarias -"algo promovido por el mercado"- los libros están pensados para niños y adultos curiosos.
De cara al futuro, proyectos hay muchos, "uno es empezar a trabajar nuestro material en plataforma digital. Todavía es difícil por cual plataforma decidirnos, y otro desafío es poder reeditar aquel material que ha tenido éxito", subraya.
"Hacemos grandes esfuerzos para publicar cinco libros al año a nuestro catálogo pero sumar los libros que ya están funcionando hace tiempo cuesta mucho -considera- porque el mercado siempre está a la expectativa de la novedad".
Desde ´Libros para atesorar´, "trabajamos para estar en las librerías y que todos nos vean; hacemos talleres para acercarnos al librero y mostrarles que una propuesta no convencional puede ser interpretada por el gran público. Y queremos que las escuelas nos conozcan más porque estamos convencidos que nuestros libros no muerden", remata.
Fuente: Télam