A través de la imagen proyectada sólo accedemos a ver fragmentos, imágenes inestables que lentamente van mutando y transformándose. En escena vemos a una mujer que recita un texto, que también oímos a través de una grabación.
A esa misma mujer que está presente frente a nosotros podemos vislumbrarla, intuirla a través de proyecciones de fragmentos de su cuerpo. Son dobles -dobles que no son exactamente iguales- que nos interpelan, que juegan con la idea de mostrarse y ocultarse; se repliegan y se modifican a medida que transcurre el tiempo. Un tiempo que también opera de un modo circular, cíclico.
Utilizando múltiples recursos, la video instalación teatral "Yo tenía un alma buena (fragmentos de un relato mutilado)" se propone como una práctica artística experimental.
La puesta, que tendrá lugar en Suipacha 658, con entrada libre y gratuita, dura 45 minutos y cuenta con textos de Santiago Loza; video y fotografías de Nora Lezano, diseño de sonido de Marcelo Martínez y diseño de vestuario de Martín Churba.
Fuente: Télam