ODC es un proyecto ideado por el fotógrafo porteño Diego Arranz, quien hace varios años dicta esta disciplina a adultos. Un día, en una exposición de fotos en San Andrés de Giles, vio los dibujos hechos por niños del lugar y quedó asombrado.
El resto fue sinapsis, se contactó con el área de pueblos y parajes rurales a cargo de José María Yanes y avanzó con la propuesta para enseñar fotografía a los niños, algo que tuvo gran eco en el municipio.
Las primeras clases se dictaron en los poblados de Tuyutí, donde viven 18 habitantes (9 son niños) y en Cucullú, con 1500 residentes.
Le siguieron los pueblos de Solís, con 800; Villa Espil, con 400 personas y Villa Ruiz, donde viven 350, todos bajo el ejido de la ciudad cabecera de Giles, ubicada al noroeste de la provincia de Buenos Aires y a 103 kilómetros de la capital.
"Buscamos que descubran, gracias a las imágenes, una forma de expresarse, de participar socialmente en la vida del poblado, convirtiéndose en ´ojos curiosos de fotoperiodistas´ con el beneficio de que este acto creativo genere una probable salida laboral a futuro", cuenta Arranz a Télam sobre estos talleres a los que hoy acuden más de 60 chicos.
Retratos familiares, silos abandonados a la vera de la ruta, perros buscando la sombra, niños sonriendo en las vías ya muertas, atardeceres campestres, camionetas que levantan polvo, un dechado de naturaleza en verdes, rojos y ocres, cielos rabiosos, casitas venidas a menos, tractores, molinos de antaño y gauchos trabajando, son algunas de las instantáneas de los pequeños.
"Lo que ven los chicos es genial. Al principio no tienen la contaminación visual y los dejamos a su libre albedrío para que compongan, después les pasamos pautas y encontrás con sorpresas. A medida que mostras autores y explicás teoría, se va generando otra carga visual, se va dando la formación artística y se ven resultados conmovedores", dice el tallerista.
Los chicos logran expresar con un lenguaje que combina matices, climas y formas "una realidad que no alcanzamos a percibir, pero que ellos la muestran con sentido estético y con frescura", cuenta Arranz, a lo que Graciela León, docente rural de Giles, suma: "esta obra genera una mejora en su calidad de vida al integrar y redescubrir las realidades en que viven".
Y esa idea de captar la vida en el campo se extendió con rapidez. Las imágenes cruzaron varias veces la General Paz y se expusieron en el Teatro San Martín y en la TV Pública, incluso salieron vía Ezeiza rumbo a Dakota, Estados Unidos, "que tiene una ruralidad muy parecida a la nuestra, con problemáticas similares como alcoholismo y las transformaciones del monocultivo", dice Arranz.
También muchos trabajos se vieron en museos y centros culturales de Mar del Plata, La Plata, Luján y Chivilcoy, ciudades que abrazaron esta propuesta, que apoyan las direcciones municipales de Acción Social y de Turismo, el Consejo Escolar y el gobierno provincial, y que registra las mutaciones del paisaje rural.
"Desde hace diez años que viajo a pueblos rurales para dar talleres de fotografía, y los pueblos no son lo que eran. En ese momento estaban abandonados a su merced, no había trenes, ni hoteles, ni restaurantes. No es como ahora que la gente vuelve a los pueblos, sale a pasear, toman la autopista el fin de semana y van a visitar estos lugares", analiza el docente.
En ese sentido, esta práctica logró que los chicos "sean parte activa de la vida social y cultural del pueblo, y a la vez son embajadores ya que gracias a ODC se puede mostrar a los porteños lo que es un pueblo rural", define Arranz.
Aún así, la urbanidad se cuela sin pedir permiso, para el director de ODC la forma que toma es a través del avance de las nuevas tecnologías y de la automatización del campo. "Cuando los nenes retocan con photoshop ponen títulos o conceptos relacionados con la tele o con las grandes maquinas rurales", explica.
"La urbanidad la ligo con la globalidad. Cuando empecé con los talleres -continúa-, no había ni señal de celular en los pueblos. Eso cambió, ahora los chicos tienen wi-fi en las plazas de los pueblos, tienen sus computadoras y, por ejemplo, en un reciente trabajo tuvieron que imitar imágenes de la obra de Xul Solar y procesarlo con photoshop y lo pudieron hacer gracias a Internet".
La expresión infantil en la fotografía no tiene muchos secretos para impactar.
Para Arranz, lo que sigue conmoviendo es la sencillez: "son fotos sencillas que con poco muestran mucho, no se agarran de conceptos, es un mensaje súper directo. Son imágenes que generan alegría, optimistas, a pesar de mostrar aspectos duros de la ruralidad".
Los chicos de ODC viajaron a enseñar fotografía a las comunidades mapuches en la Patagonia y su futuro plan es ir a Jujuy para otro intercambio.
Quienes deseen colaborar con esta actividad, como así en la donación de materiales pueden comunicarse a través de www.ojosdecampo.com.ar o del facebook ojosdecampo y lo que quieran ver su trabajo pueden acercarse el 7 de noviembre a la VII Fiesta del Hornero en Cucullú (Ruta Nacional 7 km. 98).
Fuente: Télam