“Está muy bien el precio, y la uva que estamos entregando ya alcanzó los grados necesarios para traerla a moler. Todavía queda uva en el Norte (del departamento)”, reveló un productor al momento de la entrega.
Para ingresar a este mecanismo, los viñateros deben inscribirse en el Monotributo Social Agropecuario, lo cual les permite regularizar su situación fiscal y emitir un comprobante como respaldo de la venta que efectúan.
Con esta intervención, el Gobierno provincial asegura, por una parte, una sustancial mejora en los ingresos de los pequeños productores que tradicionalmente entregaban su producción anual a precios irrisorios. Y por otro lado, los incorpora a la economía formal con el consiguiente beneficio social que esto trae aparejado.
“Estamos constituidos en la bodega mientras llegan los camiones cargados de uva. Ya superamos el volumen de uva recibido el año pasado, cuando se llegó a 2,8 millones de kilos para elaborar el mosto sulfitado. Por lo que nos dicen los productores estimamos que vamos llegar a los 4 millones de kilos sin problemas”, evaluó el subsecretario de Producción Rubén Gil. “Esta compra que hace el gobierno es también una manera de reconocer el trabajo que hacen los productores, ya que les recibimos la uva que generalmente no pueden vender a otras bodegas”, agregó el funcionario.
Una vez que los productores entregan la uva, se registra la entrega, y éstos completan la documentación que exige el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV). AICAT lleva esa documentación a Catamarca, donde se confeccionan los cheques y a la semana siguiente se les entrega el primer pago de contado. Cuando los productores están en condiciones de dar una factura por su venta, reciben los cheques a fecha para completar el pago.
Por otra parte, la bodega Saleme convierte la uva en mosto sulfitado, que será comercializado por AICAT cuando las condiciones del mercado resulten favorables. El resultado de esa venta tiene como destino alimentar un fondo rotatorio para reiniciar al año siguiente con esta misma operatoria.
El hecho de que la bodega Saleme sea parte de esta operatoria también resulta significativo, ya que hace varios años sufre un período de decadencia que mantenía en riesgo las fuentes de numerosos trabajadores. “Con esta reactivación de sus actividades, estamos reflotando a esta bodega que es un símbolo de la vitivinicultura tinogasteña”, opinó Gil.