Catamarca
Domingo 28 de Abril de 2024
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El "perro demoníaco" ladra con más fuerza que nunca

Encaminado a una nueva tetralogía que se conectará con temas y personajes de once libros anteriores, el escritor norteamericano James Ellroy acaba de lanzar Perfidia, una novela sobre los días del bombardeo a Pearl Harbor que hace estallar el poder demoníaco de su escritura, embelesada por el retrato de una sociedad corroída por los asesinatos, las conspiraciones y el racismo.
Es de los narradores más virulentos y descarnados que ha dado el policial, portador de una prosa tan oscura que al lado suyo palidece la obra de Raymond Chandler o Dashiell Hammett -fundadores de la novela negra- y de todas las señas particulares que vinculan a los autores del género: solitario empedernido, narcisista y desentendido de la labor literaria de sus contemporáneos.

"Buenas tardes, mirones, merodeadores, pederastas, oledores de bragas, canallas y proxenetas. Soy James Ellroy, el perro diabólico, el búho loco, la voz gutural de la muerte, el caballero blanco de la extrema derecha... Soy el autor de 16 libros, todos obras maestras que preceden a todas mis futuras obras maestras. Mis libros te dejarán con la piel escariada y secada al vapor, con la corbata tiesa. Son libros para toda la puta familia, sobre todo si eres de la familia Manson".

Con estas palabras, ligeramente modificadas por la improvisación del momento, suele abrir sus presentaciones este hombre nacido en 1948 que gusta de asomarse a la cornisa de los géneros y se ha vuelto adicto a las sagas: trilogí­as y tetralogí­as que narran el bajofondo de la sociedad norteamericana entre mediados de los cuarenta y principios de los setenta.

En Perfidia (Random House), que funciona como una precuela de L. A. Quartet, Ellroy se remonta al 6 de diciembre de 1941 -la víspera del bombardeo de Pearl Harbor- para narrar el brutal asesinato de la familia Watanabe en Los Angeles y lo que ocurre los 23 dí­as siguientes, en un sombrío raid que funciona como la excusa para la reaparición de personajes históricos como el jefe de policía W. H. Parker y el también integrante de la fuerza Dudley Smith.

Corrupción compartida entre la política y la policía, criminales narcotizados hasta la locura, cruentas mutilaciones y tiroteos reiterados se fermentan en las casi 800 páginas que el autor de La dalia negra dedica a esta historia que tiene como trasfondo la errática estrategia que condenó a los campos de concentración a los nativos japoneses residentes en Estados Unidos en la ví­spera del bombardeo a Pearl Harbour.

Perfidia es avasallante en su concepción de la arquitectura narrativa pero al mismo tiempo no tiene mucho de original en su agenda temática: aquí Ellroy entrega un nuevo capítulo de su despiadada caracterización de la sociedad norteamericana, tan déspota, racista y reaccionaria que el pesimismo de los personajes aparece como una opción sin retorno.

En el inicio de esta nueva saga del denominado "perro demoníaco", regresa el oscuro Dudley Smith junto a una docena de conocidos personajes que orbitan en torno al bombardeo japonés a Pearl Harbor a partir del hallazgo de los cuerpos de una familia de clase media nipona que si bien en una primera aproximación parece haber cometido un suicidio ritual, pronto empujará la trama hacia la hipótesis del asesinato.

El clima de constante putrefacción que atraviesa ésta y otras ficciones de Ellroy no está muy lejos de algunos episodios que abonan su traumática autobiografía: su madre murió asesinada en circunstancias que nunca se esclarecieron y durante su adolescencia llevó adelante una vida lumpen ocupando casas ajenas, donde además de robar pasaba largas horas "habitando" los espacios, acaso en una mímica del sentido de hogar que poco llegó a conocer.

El escritor, sin embargo, toma distancia de la coincidencia entre su martirio biográfico y el sustento de sus novelas: "¿Que si me influye el asesinato de mi madre? Eso fue algo enorme, de lo que no hablo, acabé con eso. Todo lo que tengo que decir está en 'Mis rincones oscuros'", suele responder cuando se lo inquiere sobre el tema, que abordó justamente en esa cruel autobiografía que lo perfila como un niño traumatizado pero a la vez temible y algo desalmado.

En ese texto, publicado en 1996, Ellroy cauteriza las heridas de ese pasado que lo dejó huérfano a los 10 años y reconstruye la pesquisa policial sin resultados concluyentes con el afán de "encontrar el amor que nunca tuvimos y explicarlo en tu nombre (...), hacer públicos tus secretos (...), borrar la distancia que nos separa (...), darte aliento".

"Tengo 67 años y quiero incendiar toda América y mandar todo a la mierda, y siempre he sido así. Casi todo el tiempo, me encierro en una habitación y lo único que hago es trabajar. Me invaden pensamientos, me da miedo morir y puedo ver lo que hay más allá de la vida. Estoy jodidamente sano, pero mierda, me doy cuenta de que esto no va a durar siempre! Los libros que escribo son esfuerzos sobrehumanos de concentración, construcción y pasión", sostiene Ellroy como una declaración de principios.

Una vez concreto el ambicioso plan de ofrecer una nueva tetralogía, la cuenta final dejará una estadística de 11 libros y alrededor de 5.000 páginas dedicadas a diseccionar el núcleo corrupto y violento de Estados Unidos en el siglo XX. "No me falta ambición", promete el narrador.

Fuente: Télam

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