Catamarca
Viernes 26 de Abril de 2024
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El agua de arriba nos deja sin agua de abajo

Cuando llueve o sopla fuerte el viento nos quedamos sin electricidad y después sin agua. Nuestra especie se consideró inteligente y se autodenominó Homo Sapiens. Con su inteligencia hasta descubrió la energía nuclear. La radiactividad es peligrosa, como lo es la electricidad, como lo es el fuego. Pero mucho más peligrosa es la imbecilidad humana. La estupidez es impredecible y carece de autocrítica.
(DIARIOC, 08/12/2011) El gen de la imbecilidad lo poseemos desde la época de Adán. De un humano malvado uno puede prevenirse. Pero el daño que pude ocasionar un idiota es sorpresivo e inesperado, provoca daños de los que el mismo autor no tiene consciencia, que pueden repetirse infinidad de veces porque no están sujetos a la posibilidad de un análisis posterior, al examen de un sentido crítico, ético, moral. Los imbéciles generalmente provocan daños “chicos”, pero son enormes por la multiplicidad, por la repetitividad. Una muestra fácil podemos hallarla en algunas oficinas públicas. La mayoría de los entes humanos que allí se “ganan la vida”, obran con absoluta indiferencia hacia el sujeto a ser atendido, hacia “el otro”. El “prójimo” verdaderamente les importa “un carajo”. Por ejemplo, te pueden hacer volver cien veces pidiéndote nuevos requisitos que jamás te comunican de una sola vez. Por suerte siempre hay excepciones y en medio de tantos badulaques uno puede hallar alguna “buena persona”, pero son rara avis. No creo que sea una cuestión de “aquí y ahora”, sospecho que en el imperio Akkadio, más de cuatro mil años atrás, la burocracia debe haber sido igual. Y calculo que dentro de 5.000 años, si la especie sobrevive a su estupidez y al afán de lucro y de codicia  de los más poderosos, las cosas seguirán igual. Y que la zoncera no es atributo exclusivo de los argentinos es de fácil comprobación. Se suponía que los europeos eran más civilizados e inteligentes que nosotros. Grecia, Francia, Italia, España, están desbordantes de “indignados”. Pero los españoles votan masivamente a un gobierno neoliberal para que les aplique ajustes monstruosos. Son idiotas. ¿Qué otra cosa se les puede decir? Ayer llovió y en Fiambalá nos quedamos sin electricidad. Las heladeras no funcionan, se corta la cadena de frío, los alimentos se echan a perder. ¿Se escucha a algún vecino decir que la culpa es de la imprevisión, de la falta de inversión de EDECAT, la empresa de electricidad? Nó. ¿A quién le echa la culpa la gordita ama de casa, la buena señora que sale a hacer las compras? ¡A la naturaleza, a la tormenta!... “¿Vió, doña Pepa? ¡Nos quedamos sin luz! ¡Hay que rogarle a la Virgencita que no se nos eche a perder la carne, tan cara que está!”… A nadie se le acurre que los responsables públicos deberían ir presos por “mala praxis” empresaria. Tampoco nadie es culpable cuando “se cae el sistema” bancario y los viejitos del norte, que gastan lo que no tienen para trasladarse y pierden un montón de tiempo que nadie les reconoce, no pueden cobrar su jubilación y deben volver otro día. ¿Es muy difícil, hace falta mucho cerebro para arbitrar un sistema alternativo personal para cuando la tecnología se echa a perder? ¿Nadie es culpable de no preveer? Pero sería un exceso que alguien vaya preso por “mala praxis” pública. En esta Argentina no dejaría de ser una injusticia… ¡Si por el tema de la venta de armas y la voladura de la fábrica militar de Río III quedaron todos libres! ¡Nadie fue preso, nadie fue responsable! Los argentinos deberíamos reclamarle al Gobierno Nacional y Popular, que se supone defiende los intereses del pueblo, la seguridad en la provisión permanente de electricidad y de agua. Seguridad jurídica que sí disfrutan las empresas mineras; seguridad jurídica que suelen exigir las empresas extranjeras antes de “invertir”. Deberíamos exigir el cumplimiento de lo que nos promete nuestra Constitución Nacional. Pero esta no es una idea que halle fácil acogida en nuestra cabezota. Debería ser una idea natural, común y masiva, pero más huele a idea revoltosa, subversiva, anarquista, antisocial. Preferimos poblar nuestra mente con los emocionantes capítulos de Gran Hermano o las eternas idioteces de Marley o el diluvio de lágrimas de las telenovelas mejicanas. La basura televisiva tiene gran rating entre nosotros, los muy tecnificados argentinos del siglo XXI. Es que compartimos con la especie alada de las moscas el deleite gastronómico, el irresistible atractivo por la materia fecal, apreciable manjar para algunos. Por supuesto: en democracia somos libres de consumir lo que más nos gusta. También somos libres de ejercer el derecho a crítica. Crítica que no sirve para nada. Tal vez las cosas sean diferentes en la Argentina del siglo XXV. Nuestra especie animal se ha autodenominado vanidosamente Homo Sapiens, nos decimos “hombres sabios”: pomposo título para manadas de borregos programados para votar en las elecciones y para aplaudir en los actos oficiales. ¡Hasta el próximo corte eléctrico, cuando corra el zonda!  
Mario H. Di Rienzo – DNI 7.986.483 – Fiambalá – Catamarca –  07-12-2011

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