No sé si ya es tarde, el pedirte perdón por la tristeza que mi egoísmo te ocasionaban y que con tanta dulzura lo guardabas en el silencio y que solo un padre lo puede disimular.
Me diste la libertad de construir un camino a mi manera, sin importarte que la distancia entre los dos y el tiempo que nos faltó compartir, te causaran tanta pena. Tal vez sentí, que mi manera de enorgullecerte fueron mis ganas de escalar y ampliar mis horizontes.
No olvido tu respuesta, tan inesperada para mi, ante mi inseguridad vocacional, me miraste a los ojos y tu corazón me dijo: "estoy confundido como María al perderse Jesús, pero tranquilo porque sabía que me estaba ocupando de las cosas de Dios".
Así fuiste Pá, como María, todo lo guardabas en tu corazón, las penas y tus alegrías, ella fue tu guía y ella te llevó en sus manos.
Sólo la Fe calma la tristeza que hiere mi alma. Es la misma Fe que dejaste sellada en mi ser, por tu paso en esta vida. Esa Fe es la fuerza que siento para seguir adelante. La Fe que Dios está presente y que vos papi, estás junto a El en la eternidad.
Este sentimiento, esta certeza me basta para sentirte conmigo en la memoria del corazón, en mi propia Fe, hasta que nos volvamos a encontrar y me regales tu mirada serena, tus palabras sencillas, tu sonrisa de niño y la inmensidad de tu generoso AMOR.
TU HIJA NATY