En la previa con Marcelo Tinelli, la pareja integrada por Alé y Ravelli se explayó sobre sus planes de casamiento. En ese marco, Matías contó que su futura suegra cocina ricos canelones. ¡Para qué lo habrá dicho! Hasta un plato de pasta terminaron facturándole. Nacha quiso saber cuánto hacía que Alé participaba en el “Bailando”. Él respondió que era su sexta temporada. “¡¿Seis años!? No se nota”, reaccionó ella. Y agregó: “Me parece que estás comiendo demasiados canelones, porque estás duro, pesado, con poca movilidad”. Matías y Sabrina intentaron explicarle que él se está recuperando de una afección en la rodilla y que por eso hace menos actividad física y que… Nada, Nacha no quiso escuchar nada. “Estoy cansada de oír justificaciones”, se plantó. Y de paso, sostuvo que también está cansada de “ver siempre lo mismo en la pista”.
La batahola continuó con Solita Silveyra, enojadísima. “¡Hace seis años que estás en el ‘Bailando’! ¿Cómo puede ser que no estudies con las posibilidades que tenés?”, arremetió contra Matías Alé y lo mandó a estudiar no sólo baile sino también actuación. “¡Saltabas como un pochoclo en la sartén!”, le recriminó. Y fue por más: “Muchos actores no tienen las posibilidades que vos tenés”, lo retó como a un niño. Alé, sin perder los buenos modales, invocó la falta de tiempo, los trabajos, las giras, los horarios… Nada de lo que dijo sirvió para calmar los ánimos. Por el contrario, los encendió, porque Nacha volvió a la carga enrostrándole que “hay gente que se levanta a las seis de la mañana, espera el colectivo rezando que no la asalten y no se hace la víctima”. Y al final, le pidió “un poquito de dignidad y estoicismo”. ¿Dignidad? Me pregunto cuál fue la parte en la que Alé estuvo indigno. ¿Estoicismo? ¿No será mucho meter a los filósofos griegos en este asunto del bailecito? Y por si algo faltaba, Moria Casán, después de hacer una devolución con humor en relación a la danza y la previa, acusó a Ravelli de haberle “sacado el lugar en el teatro a una chica que se lo merecía dignamente”.
“No necesito, no necesitamos estar exponiéndonos a esto”, contestó Alé. “Me pueden evaluar, pero desde otro lugar. Vi a todas las parejas, y nunca se han ensañado tanto. Hay una animosidad”, argumentó, mientras en Twitter se multiplicaban los comentarios con el hashtag #PobreAlé. Por suerte, Marcelo Polino se limitó a juzgar el baile y la previa, sin enojos ni reprimendas.
Sabemos de memoria que en el “Bailando” las peleas son moneda corriente. Pero lo de anoche no fue siquiera una pelea, porque Alé y su compañera mantuvieron la calma. A mí, me disgustó lo ocurrido. El jurado tiene el derecho a decirle a quién sea lo que opina respecto de su participación en el show, sobre el baile y sobre la previa. Eso está fuera de toda discusión. Pero no me gusta que se metan con el peso de la gente ni con su alimentación. No me gusta que los reten y los manden a estudiar del modo en que una madre trata de encarrilar a un crío de 10 años. No me gusta que quien trabaja allí bailando y entreteniendo tenga que hacerse cargo de la pesadilla de los ciudadanos que temen ser asaltados ni de cualquiera de las injusticias que padecen los habitantes del planeta. Cuestión de gustos: a mí, no me gusta.
No faltará quien diga que lo que hicieron con Alé anoche es un modo de buscar rating. Responderé con un hecho: ya entrada la madrugada de hoy, Miriam Lanzoni llegó a su previa con una lora y Marcelo Tinelli se las ingenió para conseguir niveles impensados de audiencia en semejante horario sin otro recurso que el de intentar hacer hablar a la lora. El jueves pasado, supo concitar la atención del público charlando con un niño; el viernes, manteniendo un diálogo hilarante con su primo El Tirri; antes, bromeando con Xipolitakis y Peluche; años atrás, sacándoles respuestas monosilábicas a los hermanos Caniggia o jugando al fútbol con la sueca Larsson. Tal vez sea hora de pensar que el boxeo es el único ámbito en el que sin no hay pelea, no hay rating.
Fuente: Clarín.com
