El escenario elegido fue el estadio de Vélez Sarsfield, el mismo en el que en 1981 la banda original brindó un concierto que entró por derecho propio en la historia grande del rock en la Argentina, y que también recibió al guitarrista May en los ’90 cuando se presentó con su banda.
Eran las 22.06 exactas cuando la pantalla confirmó desde sus imágenes cósmicas que la producción musical que vendría luego iba a tener su correlato de calidad en una propuesta audiovisual ambiciosa y creativa, mientras la introducción de "Cosmos Rockin" -tema que da nombre al nuevo disco- originaba la primera de las tantas ovaciones de la noche.
"Hammer to fall" abrió entonces un set a puro rock’ n roll. De ahí en adelante Brian May (guitarra), Roger Taylor (batería), Rodgers y tres sesionistas aptos para la ocasión descerrajaron una media hora de hits de la vieja banda Queen, aquella que lideraba el cantante Freddy Mercury, muerto en 1991, en el que no faltaron clásicos como "Fat bottomed girls" y "Another one bites the dust", capítulo que se cerró con "I Want To Break Free." La ausencia de Mercury -alma mater de la banda, cantante de notable registro y showman extraordinario- había sido un problema hasta ahora no solucionado por sus viejos compañeros de ruta, que intentaron reemplazarlo sin éxito con Roger Daltrey (The Who) y George Michael (Wham), entre otros.
En ese sentido, la aparición de Rodgers -un veterano en estas lides que ya visitó la Argentina con su ex grupo Bad Company- significó un impulso fresco para la continuidad del legendario grupo, primero porque jamás se le ocurrió imitar a Mercury y segundo porque, con otras características vocales, le da un tono distinto a la banda.
En base a la incorporación de Rodgers apareció también el nuevo disco de Queen, "The cosmos rocks", una placa potente y rockera en la que May y Taylor -a pesar de la ausencia voluntaria del bajista John Deacon- demuestran que pueden recuperar aquel particular "sonido Queen" y Rodgers sale más que airoso desde su lugar de vocalista.
Finalizado aquel set rocanrolero inicial y con un carismático May que se comunicaba con la multitud en un trabajoso castellano, la banda se dedicó a recrear algunos de los temas de la nueva placa.
"Celebrity" y "Surfs up... Schools out!" fueron los temas elegidos, y luego el grupo se retiró para dejar a Rodgers solo con su guitarra acústica haciendo "Seagull", tema de su último disco solista "On The Air: The Radios Sessions".
Una breve alocución de May ("Les traigo saludos de Freddy", dijo ante el delirio generalizado) dio lugar a uno de los momentos más emotivos de la noche.
Bien adelante en la pasarela que lo trasladó unos 25 metros por delante de los límites del escenario y bien "metido" entre el público, hizo una bella versión en guitarra de "Love of my life", y el tramo siguió con la incorporación de Taylor.
El baterista le volvió a poner voz a ese viejo hit que también cantaba en épocas de Mercury, "I’ m in love with my car", y junto con May lograron otra ovación con "’39".
Para entonces, los viejos y nuevos Queen (hay que mencionar al bajista Danny Miranda, al tecladista Philip Edney y al guitarrista James Moses) ya se perfilaban para un segunda mitad de concierto tremenda, habida cuenta la cantidad de éxitos que todavía faltaba desempolvar y varios de los temas nuevos aun no exhibidos.
"A kind of magic" continuó el repertorio y luego May interpretó "Las palabras del amor", con título en castellano y cantado -en su estribillo- en el mismo idioma, hasta que el bello "Say it’s not true" (en la voz de Taylor) reinstaló el nuevo repertorio de la banda. Siguieron "Voodoo" y "We Relieve".
Después de un demasiado prolongado solo de guitarra de May (con homenaje incluido a Mercury desde las imágenes), la voz de Rodgers arrancó con "Radio Ga-ga" y todo el mundo tuvo la sensación de que el show entraba en su último tramo y plagado -por suerte- de hits de Queen.
Y asi fue: "Crazy little thing called love" y "Show must go on" llevaron el clima a punto justo para el imprescindible "Bohemian Rhapsody", tema que abría un interrogante: ¿quién, si no estaba Mercury, podía cantarlo? La respuesta llegó desde la pantalla: el inigualable Freddy, con su registro vocal lírico, sostenía el tema desde la voz, mientras Taylor y May lo hacían desde lo instrumental y Rodgers se sumaba al final.
Ese fue el digno broche formal del concierto, que por supuesto iba a tener cuatro bonus track de lujo: "Cosmos Rockin’" -del nuevo disco-, "All right now" -clásico setentista de Free, ex grupo de Rodgers- y los infaltables y celebrados "We will rock you" y "We are the champions".
Todos los músicos se despidieron ahora sí definitivamente del público vistiendo camisetas de la selección argentina de fútbol que incluían el escudo de la federación inglesa del mismo deporte: una forma de buscar caminos de amistad a pesar de los diferendos geopolíticos.
Todos tenían su nombre en la espalda menos May, ya que él exhibía orgulloso la número 10 y el nombre del más grande: Maradona.(Telam)
