Su porteñidad, tan entrañable como la de su otrora vecino, el Polaco Goyeneche, no le impidió conocer, relevar y revelar el país interior como pocos.
Tal vez tanto como Atahualpa Yupanqui, con quien mantuvo una firme enemistad que se sostuvo hasta ahora mismo, cuando ya están, imagino, disfrutando del vino de la reconciliación, como en los viejos tiempos, cuando se encontraban en la casona que en Olivos supo tener Cacho, o en el mínimo departamento de Don Ata, en la rue Raymond Losserand en París, para hablar de mujeres y caballos, de milongas y tonadas, tiempos en los que escribieron juntos esabella oda al criollismo que es "La guitarra".
Las ediciones y grabaciones de sus obras suman más de dos mil,en Argentina, Japón, Francia, España, América Latina.( Télam)