Junto a él, Raúl Carnota y el joven cordobés Juan Iñaki desentrañan a pedido los motivos por los cuales existe este ‘Música de acá’, que habrá de reunirlos con otros tres pesos pesados de la música popular: el misionero –e influyente– Carlos Aguirre y los rosarinos Jorge Fandermole y Franco Luciani.
El bar de San Telmo rebosa de gente y ruido. Acodados en una mesa, Carnota, Quintero e Iñaki dialogan como si estuvieran en una coda del ensayo que acaban de terminar. “Hacer esto es mostrar una cara del folclore que es tan válida como la otra”, dice Carnota guiñando un ojo y dejando a la imaginación del cronista eso de “la otra”.
“Hay mucha interacción entre nosotros”, cambia de tema Quintero. “En sí, las músicas de todos los que haremos el show nos están influyendo continuamente”, dice el joven tucumano, que sabe tanto de nutrirse de repertorios ajenos como de uniones musicales (recordar sus dúos con Edgardo Cardozo, con Luna Monti, y su trabajo actual con el trío Aca Seca). “Por eso”, retoma Carnota, “en el escenario vamos a hacer tríos, dúos, todo lo que podamos y nos salga”, a lo que Quintero aporta: “Igual, lo que más hay que coordinar es el momento de tocar todos juntos, sobre todo para que no sea un amontonamiento”.
Juan Iñaki, el más joven de todos y el menos experimentado, recién volvió a la actividad el año pasado con un disco notable (De la raíz a la copa), después de cinco años de parate voluntario. “¿Qué puedo decir? Es como el sueño del pibe”, apunta el joven de 24 años. Carnota, que dice ser el abuelo de todos (“Bah, menos de Fandermole”, bromea), resalta la importancia de los que no están para la nota: “Carlos (Aguirre), Franquito (Luciani) y Fander son grandísimos músicos. El Negro (Aguirre) juega en todos los puestos: canta, compone, toca el piano y la guitarra. Y mirá qué cosa, acá no hay estrellas, lo único que importa es lo que hagamos en el escenario”.
–¿Y cómo se van a repartir el canto?
Carnota: –Yo no me considero un cantante. Cantante es él. (Señala a Iñaki).
Quintero: –Gracias a Juancito, por fin se van a conocer las melodías de todos los temas que nosotros hemos desafinado durante años. (Risas)
C: –Además, el repertorio va a ser muy variado, vamos a hacer clásicos del folclore, música cuyana; ¡hasta un candombe vamos a tocar!
Una vez que Quintero abandona la charla (“tengo que hacer de niñero”, se excusa), Carnota reflexiona sobre la importancia de este encuentro: “Es de una gran valentía arrancar con una cosa a contrapelo. Una producción así merece que le vaya bien. Porque no es la cosa fácil, hecha así nomás”.
Enseguida, y como acompañando ese pensamiento, Iñaki se mete en un terreno más ríspido: “Ojo, que hay una estructura comercial armada desde el esnobismo también. Hacerse el raro vende. Hay ciertos conceptos que no sé si están bien sostenidos, que tienen poco sustento para ser expuestos y que abonan cierta estética que vende. Por eso me parece muy valioso cómo está concebido esto: no es para hacernos los raros, definitivamente es juntarnos porque tenemos ganas”.
Acerca de hacer versiones nuevas
“Somos autores, intérpretes y músicos, pero no cantautores”, asegura Carnota, a quien le gusta mucho visitar a otros autores. “Es que si te quedás haciendo sólo tu música, te perdés eso hermoso que es versionar a otros, tocar su música. Me acuerdo que Tucho Spinazzi decía, en cuanto a los arreglos: ‘Arreglar un tema no es componer algo que está descompuesto, es la opinión que tiene ese músico sobre ese tema’. A mí, ‘Gatito e’ las penas’ me lo versionaron mil veces. Hasta en tiempo de rock. Y me encanta”.
Fuente: criticadigital.com.ar