La catamarqueña ciudad de Santa María de los Ángeles de Yocavil se aprestó a celebrar el Inti Raymi, Fiesta del Sol, en quechua. Se trata de una de las más importantes ceremonias incaicas, en honor al Inti, el dios Sol, que se realizaba cada solsticio de invierno en los Andes.
Las fiestas para los pueblos andinos tuvieron mucha importancia y significación y en ellas se cantaba, danzaba y bebía con gran algarabía. Además, estas ocasiones tenían un fuerte contenido ritual y simbólico donde se auguraba (a través de ritos) un futuro prominente o un fracaso catastrófico.
En el caso de buenos augurios el pueblo seguía con rituales de agradecimiento pero, si los presagios eran adversos, realizaban sacrificios y súplicas para que dioses y huacas, transformaran ese futuro catastrófico en productivo.
Del mismo modo, estas fiestas eran la reafirmación de pertenencia, origen y descendencia que ratificaban las relaciones sociales y el establecimiento de ellas en la comunidad.
Una de las principales fiestas fue la del Inti Raymi que se realizaba en el corazón del imperio incaico en el Cuzco y en las diferentes comarcas o lugares por donde había pasado el soberano inca o en aquellos de gran importancia para el aparato estatal incaico como fueron los centros administrativos, productivos y lugares sagrados.
Todos estos sitios estaban diseminados por el Tawantinsuyo o regiones incas y rendían homenaje al gran astro Inti, padre de todos los incas y grandes señores.
La celebración este año se realizó con el lema "Una fiesta a recuperar y recrear" donde las comunidades indígenas y los visitantes se unieron para expresar la riqueza ritual y simbólica con cánticos, danzas y el disfrute de los exquisitos y legendarios sabores tradicionales.
El escenario principal fue Santa María, ciudad que descansa a los pies de los imponentes nevados del Aconquija y las sierras de Quilmes o del Cajón.
Los orígenes. Las festividades originales estaban regidas por un calendario de 360 días al año, 12 meses en los cuales el Inti Raymi ocupaba el sexto mes (junio) cuando se marcaba el solsticio de invierno, que cae los 21 de junio en el hemisferio sur.
Los pueblos andinos registraban el solsticio de invierno con un reloj solar o inti watana (amarradero del sol, en quechua), en el que los primeros rayos de sol cruzaban por una abertura de piedra y ese era el momento esperado para comenzar el nuevo ciclo productivo de las cosechas, de la salud y de los ritos. Así comenzaba el año nuevo andino. Culminaba una etapa y se iniciaba una nueva con predicciones.
La fiesta se evoca por tercera vez en la localidad catamarqueña de Santa María y este año se renovó con la convocatoria de representantes de otras culturas capaces de valorar la incaica.