Poco antes de la medianoche y por quince minutos los artistas catamarqueños coparon el escenario con sus vidalas y sus zambas, con su fusión y sus destrezas. “Catamarca, con vuelo propio” fue un espectáculo integral -dirigido musicalmente por Diego Marioni y en lo coreográfico por Héctor Aybar- en el que cantores, músicos, bailarines y murgueros se fusionaron en un todo artístico para contar la historia del poncho, la prenda que sintetiza la identidad catamarqueña.
Así, al ritmo de una vidala –La Vidala de los Indios- que comenzó con el viento rumiando, se escenificó el chaku, ritual aborigen con el que se capturaba a las vicuñas para esquilarles el vellón. Luego siguió el hilado danzado del abrigo norteño al ritmo de una excelente versión de la zamba “La Catamarqueña”, interpretada por Itatí Álvarez y Cololo Macedo y en la que se lució la pareja central de bailarines, integrada por Rita Soria y Pepe Díaz.
Con su versión de “Vaya pa’ que sepa”, de Polo Giménez, Noelia Tula y Emilio Morales siguieron creando el clima de fiesta con el que la delegación provincial se propuso contar Catamarca y convocar, en julio próximo, a vivir la 42º Fiesta Nacional e Internacional del Poncho.
La Academia El Gaucho, de Los Altos, ganadora del pre-Cosquín 2011 mostró su fuerza y destreza con un malambo donde a la sincronía perfecta de los bailarines se sumó una interpretación contemporánea del género en la que se lucieron los músicos de la delegación, con solos de bandoneón, flauta traversa, bajo y guitarra eléctrica.
Los ecos del “Tun tun”, un bailecito de Manuel Acosta Villafañe interpretado por Diego Marioni y luego por el quinteto vocal catamarqueño, desataron la alegría del público y de los bailarines, que tejieron con sus cuerpos un poncho sobre el escenario.
El cierre fue una fiesta chayera en la que todos, músicos, cantantes, murgueros y bailarines, desbordaron el escenario con su energía carnavalera. De pie, el público aplaudió la performance catamarqueña, producida y realizada por la Secretaría de Cultura de la Provincia, que fue catalogada por los presentadores del festival como “un espectáculo fantástico”.