Además de la pericia arquitectónica sobre la resistencia del entrepiso, la magistrada confrontó ese espacio con la cantidad de gente que asistió al local de Scalabrini Ortiz al 1600 la noche que se produjo el derrumbe.
El entrepiso "tiene una estructura de muy mala calidad, hasta provisoria parece, no puede soportar no 400 kilos sino ni 100 kilos", dijo Juan Lizárraga, padre de una de las víctimas, tras participar del trámite judicial.
El hombre precisó que la jueza "se fijó en la estructura, en el tipo de construcción, miró el piso, la higiene y las escaleras y determinó que era peligroso para acceder a toilettes".
Lizárraga reveló que, de acuerdo con la observación, la magistrada determinó que "el salón como máximo podía ser para 40 personas, y hay testigos que dicen que en el momento pico había 400".
El padre de Ariana Lizárraga, quien murió a consecuencia del derrumbe, dijo además que el local "no tiene barras antipánico y debe tener salida emergencia, ventilación, asistencia médica, porque era un barcito".
Además de Lizárraga participaron de la inspección ocular los padres de Leticia Provedo, la otra víctima mortal, los abogados de la querella y de la defensa de los imputados, un secretario de la fiscalía a cargo de Andrés Madrea y un perito oficial.
La jueza confrontó el peso por metro cuadrado que puede soportar el entrepiso con nuevos elementos de prueba a su alcance, entre ellos fotografías y filmaciones aportadas por testigos que acudieron a Beara la noche del derrumbe.