El 20 de diciembre del año pasado no sólo se produjo la renuncia del presidente constitucional elegido dos años antes en medio de una ola de esperanza, sino también el agotamiento de un modelo económico que la Argentina sostuvo con espíritu suicida durante más de una década.
El corset cambiario alimentado con elevado endeudamiento externo y tasas superpositivas de interés, consolidó un patrón de acumulación fundado en la renta financiera y destruyó el aparato productivo. (Télam).