Esto no es más que una clara muestra de la precariedad de nuestra dirigencia que erróneamente se convence que la política es el arte de lo posible, ignorando que para que se “sea posible” se hace necesario el ingenio, la buena fe y por sobre todo la capacidad de administrar recursos.
Con la convicción a flor de labios de que “hay plata y hay que pedir” cada oportunidad es propicia para reclamar públicamente que “no tenemos para pagar aumentos, no podemos pagar el aguinaldo” en fin, una cadena de quejas que nos hace preguntar acerca de las reales ocupaciones de estos políticos.
La reunión pautada días pasados, era con el firme propósito de renovar la Comisión de Participación Municipal, sin embargo el eje del debate surgió de la petición casi desesperada de fondos para hacer frente al pago del personal.
Si no hay plata para pagar como corresponde a los empleados, entonces ni siquiera debemos atrevernos a soñar con grandes obras de infraestructura que sumen para construir localidades que apuesten seriamente al menos al turismo o a la producción.
Respecto a este tema de obras de infraestructura, solo basta un pequeño recorrido por algunas localidades del oeste provincial para advertir la desidia que se ha instalado en las autoridades comunales. En el caso de Aconquija, solo por nombrar uno de los tantos pueblos que van rumbo al olvido, es incomprensible cómo un pueblo tan rico en potenciales, se encuentre en el lamentable estado que observamos y eso es una clara muestra de la inoperancia de quienes detentan el poder, tanto político como económico de esos lugares.
La sociedad reclama dirigentes y políticos con ideas claras y precisas acerca de los que significa proyectar, planificar y ejecutar con la mayor austeridad posible, para poder posicionar a sus pueblos de cara a explotar el turismo y sus mas variadas facetas, la producción, o propiciar los emprendimientos particulares y no aglomerar gente en las reparticiones para asegurarse los votos en cada elección.