Hoy se sucedieron varios casos idénticos: el paro del subte, que no estaba avalado por la UTA, y el sorpresivo corte en Panamericana por supuestos trabajadores de la Uocra, aunque horas más tarde un comunicado oficial del sindicato no los reconocía como tales.
"Hubo 150 activistas que, atribuyéndose una legitimidad y representatividad que no es tal, provocaron un caos vehicular en la Panamericana, afectando de manera irracional la paz social. Del grupo de activistas movilizados, la gran mayoría no son trabajadores que prestan servicio para Atucha II. Muchos de los participantes del corte de Panamericana hace pocos días participaron de piquetes impidiendo el acceso de los trabajadores", dice el comunicado que firma el Consejo Directivo de Uocra.
Mientras que en el subte la situación fue aún peor. Los dos grupos se enfrentaron en las estaciones de Constitución y Lacroze dedicándose cánticos y empujones entre los delegados de izquierda y los trabajadores de UTA que aseguraban estar dispuestos a movilizar las formaciones y no dejar sin servicio a más de 1 millón de usuarios.
La medida de fuerza en el subte fue la séptima en menos de dos meses. La empresa reiteró su denuncia ante las autoridades competentes para que declaren ilegal el paro porque "tiene un claro objetivo político y no hay reclamo laboral alguno que lo justifique", dice el comunicado.
Sin embargo, fuentes oficiales explicaron a Infobae.com que al no tener personería gremial el grupo de militantes de izquierda que llevó adelante la medida "no existe manera de declararlo ilegal, sólo se resuelve con una orden judicial de desalojo".
Estos paros son evidencia del descontrol que por estos días reina entre los grupos extremistas que parecen ir "copando" lentamente espacios de poder y movilización; como sucedió incluso con los piqueteros donde también están fraccionados entre las organizaciones sociales tradicionales y los manifestantes radicalizados a quienes nada les alcanza.
Por su parte, el Suteba -que agrupa a docentes bonaerenses- cortó la avenida 9 de Julio a la altura del Obelisco y marchó hacia el Ministerio de Trabajo nacional, también en el marco de un conflicto interno del sindicato.
El gran interrogante de esta situación no es sólo la baja representación que los grupos de izquierda tienen entre los trabajadores, y la permanente erosión que las estructuras tradicionales están sufriendo, sino el desborde permanente que estos grupos generan afectando los derechos de otras personas que nada tienen que ver con sus reclamos sectoriales.
Fuente: Infobae.com