Una mañana, cuando aún era presidente, alborotó a la Casa Rosada. No soportaba el olor a comida que llegaba a su despacho del primer piso. "¡Me tiene harto el olor a cebolla!", le gritaba a un colaborador. "Que saquen la cocina de acá", exigió.
Puede meterse en la interna de los concejales de la ciudad de La Pampa, como chequear los datos del superávit comercial, cruzar llamadas con embajadores de los países de la Unasur y atender desde el más mínimo problema de alguno de sus secretarios privados.
Así es un día en la vida de Kirchner. Un hombre que a pesar de sus últimas dos obstrucciones arteriales sigue manteniendo el ritmo que llevaba cuando era presidente.
A las 8 de la mañana, ya tiene todos los diarios leídos. Si bien sus colaboradores le preparan una síntesis de prensa, él prefiere pasar las páginas y ver desde las notas hasta las publicidades. Quienes han padecido alguno de sus berrinches por lo que publican los medios han sufrido llamadas del ex presidente a primera hora del día. No le importa que alguien duerma. Poco amigo de la tecnología, tiene un iPad que usa por las tardes para chequear lo que se publica en Internet. Pero prefiere el papel.
Su rutina comienza a las 7, con un desayuno liviano, para pasar a sus ejercicios con una caminata con Cristina Kirchner, durante una hora, por los senderos de la quinta. Si llueve, usa una cinta. No le gustan los ejercicios con pesas y menos, tener un personal trainer .
Fumador empedernido durante buena parte de su vida, el ex presidente tomó conciencia con los primeros problemas de salud sobre el cuidado del cuerpo. En sus años en la gobernación, llegó incluso a consumir cuatro atados de cigarrillos por día. Lo dejó cuando le diagnosticaron colon irritable, en 1996.
Come sano. Por eso, en su entorno explican que la obstrucción en la arteria coronaria que sufrió el sábado pasado se debe al estrés. Si para la política Kirchner es un rebelde a toda prueba, con la alimentación es de lo más conservador. Pollo con ensalada, carne magra, a veces calabaza, ensalada de fruta o gelatina de postre... La excepción son los encuentros sociales, pocos, que mantiene. Algunos colaboradores contaron a LA NACION que lo han visto picar una o dos rabas cuando aparecen en una mesa para que degusten los demás. "Algunas frituras lo pueden, pero es medido", recuerda un asesor presidencial.
El cuidado con la comida se hizo más estricto cuando sufrió una gastroduodenitis hemorrágica, en 2004, por haberse automedicado con un analgésico. Dicen quienes lo conocen que el gran problema que padece ahora son los altos niveles de colesterol, producto más bien del estrés.
"Calentón"
Kirchner es una persona que se enoja con facilidad. "Un calentón", lo resume uno de sus colaboradores. "Demandante", dicen otros. Sus secretarios son los que más sufren los cambios de humor. Los maltrata simplemente para pedirles una lapicera. Al segundo se le pasa, les hace un chiste, los abraza y, para él, todo sigue igual. Lo saben Daniel Muñoz y Daniel Alvarez, sus históricos colaboradores que se alejaron de él, en los últimos meses, en busca de paz.
Son pocos los que alguna vez han visto a Kirchner llorar. Una, el día en que cayó la famosa resolución 125 y en Río Gallegos moría su amigo Oscar Vázquez. En el living de Olivos, una dramática escena entre Kirchner y Cristina por esa muerte y el voto de Julio Cobos conmovía a los testigos.
La siesta es para el ex presidente innegociable. Claro, por las noches, se acuesta pasada la madrugada. A partir de las 16, ya está otra vez en actividad. Esta semana, después de la angioplastia, ya se presentó en un acto, recibió a un grupo de legisladores, se reunió con el intendente de Marcos Juárez, Eduardo Avalle, y almorzó con editores de medios.
Los viernes los tenía reservados para su equipo de fútbol. Antes de la operación, se descargó con la pelota en su puesto de defensor, bajo una intensa lluvia. Cuando terminó, estaba listo el asado, sin achuras para él. También su medida de whisky semanal.
RETRATOS DE UNA SEMANA DIFICIL
Domingo. Antes de lo que recomendaron los médicos, Kirchner sale de la clínica de los Arcos. Lo habían operado la noche anterior de una obstrucción en una arteria coronaria. "Estoy perfecto", alcanzó a decir en un hilo de voz.
Viernes . Con mejor aspecto se lo vio en las imágenes que difundió el Gobierno de su reunión con Maradona, en Olivos. En días previos había recibido a funcionarios e intendentes y fue a una recepción oficial a editores del interior.
Martes . Aún convaleciente cumple su promesa de ir al acto de las juventudes kirchneristas en el Luna Park. Sedado, con aspecto frágil, siguió el discurso central que le tocó dar, en su lugar, a la Presidenta.
La Nacion
